As: un elemento químico que no se ve, enferma y mata.

 

El arsénico, representado por el símbolo químico As, es un mineral tóxico que no se ve, pero que puede enfermar y hasta matar. Este elemento, que está presente en el agua, la comida y el aire, es invisible a simple vista, lo que lo convierte en un riesgo latente para la salud humana.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece como nivel aceptable de arsénico en el agua potable 0,01 ppm. Sin embargo, en la República Argentina, el Código Alimentario Argentino (CAA) permite una concentración más alta, de hasta 0,05 ppm. A pesar de ello, se estima que más de 2 millones de personas en el país están expuestas a niveles peligrosos de arsénico, especialmente en provincias como Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy, La Pampa, y el Conurbano Bonaerense, entre otras.

Desde el ámbito de las políticas públicas, se han implementado diversos programas a lo largo de los años, con el objetivo de mejorar la calidad del agua potable. Estos incluyen la expansión de redes de agua potable, la mejora del saneamiento en represas y la construcción de piletas de decantación. Sin embargo, aún persisten desafíos importantes. A pesar de los esfuerzos, muchas poblaciones siguen consumiendo agua de pozos, vertientes o arroyos, donde la concentración de arsénico supera los niveles recomendados tanto por la OMS como por el CAA. Además, se han promovido investigaciones científicas y programas de salud pública para detectar de forma temprana los signos de intoxicación, como el muestreo del agua y análisis de sangre en las zonas más afectadas.

Las consecuencias para la salud humana del consumo prolongado de arsénico son graves. Entre los efectos más comunes se encuentran distintos tipos de cáncer, especialmente el infantil, anomalías congénitas, y enfermedades neurológicas. Además, el arsénico puede causar alteraciones dermatológicas como melanodermia, leucodermia o queratosis palmoplantar. En casos más avanzados, la exposición prolongada puede llevar a enfermedades aún más graves. En las mujeres embarazadas, el arsénico puede atravesar la barrera placentaria y afectar el desarrollo neuronal del feto, lo que representa un riesgo irreversible.

El origen del arsénico en el agua se debe principalmente a la erosión de las rocas, especialmente volcánicas, que liberan este mineral en las napas subterráneas. También contribuyen las actividades industriales, como la minería, la carpintería, la industria del cuero y el uso de insecticidas.

En cuanto a los alimentos, investigaciones recientes han demostrado la presencia de arsénico en productos de origen animal, especialmente en carne y lácteos. Sin embargo, los estudios han indicado que la leche producida por vacas que consumen agua con arsénico no representa un peligro para la población. Por otro lado, se han registrado concentraciones significativas de arsénico en los tejidos de bovinos, como el hígado y los riñones. Además, las personas que fuman tabaco también están expuestas al arsénico inorgánico presente en el tabaco, ya que las plantas de tabaco pueden absorber este mineral del suelo.

En Tucumán, el problema del arsénico es especialmente grave en la zona este de la provincia, donde afecta a localidades como la comuna de Los Pereyra, en el departamento Cruz Alta. Un estudio realizado por el CONICET identificó bacterias que sobreviven al arsénico mediante un mecanismo de detoxificación del metaloide, lo que agrava la situación en la región. Otros departamentos afectados son Leales y Graneros.

Un antecedente de contaminación por arsénico en Tucumán proviene de las roturas en el mineraloducto que transporta el concentrado desde la Planta de Minera Alumbrera, en Catamarca, hasta la Estación Ranchillos, en Tucumán. Durante los años 1999 a 2005, las fisuras en este mineraloducto causaron derrames de gran escala, contaminando el suelo y el agua de las zonas cercanas. Un estudio realizado en 2005 identificó la presencia de arsénico, vanadio, níquel, mercurio, selenio, cromo y plomo, confirmando el impacto negativo en el medio ambiente y la salud humana.

Las consecuencias de esta contaminación aún se evalúan, ya que se ha registrado un aumento en los casos de cáncer, enfermedades pulmonares y otras patologías poco frecuentes en la población afectada por los derrames. La evaporación de los líquidos contaminados, durante su paso por canales a cielo abierto hasta el río Salí, ha exacerbado el problema.

En la actualidad, el arsénico vuelve a ser objeto de estudio por importantes centros científicos. La Universidad Nacional de Rosario, a través de su Programa Salud y Medio Ambiente, ha liderado investigaciones para monitorear la presencia de arsénico en el agua de distintas provincias. Según el Prof. Alejandro Oliva, director del Centro de Estudios Interdisciplinarios, el estudio cubrió 12 provincias y alcanzó al 70% de la población. Los resultados permitieron crear un índice de exposición por provincia, lo que permitirá a las autoridades tomar decisiones basadas en datos actualizados y abordar este problema de salud pública.

Este tema exige la intervención activa del Estado en el desarrollo de políticas públicas ambientales, sanitarias, agroecológicas y educativas para garantizar el acceso a agua potable segura y un ambiente saludable. La lucha contra el arsénico requiere un compromiso integral para proteger la salud de la población y mitigar los efectos de este mineral tóxico en el país.


Publicar un comentario

0 Comentarios