El 16 de septiembre de 2022, la muerte de la joven Mahsa Jina Amini provocó un movimiento de protesta sin precedentes contra el régimen iraní. Aunque las manifestaciones fueron duramente reprimidas, el movimiento "Mujer, Vida, Libertad" desencadenó una revolución cultural que continúa moldeando la sociedad iraní.
El rostro juvenil de Amini se ha convertido en un símbolo poderoso. Detenida a los 22 años por llevar un velo "inadecuado", Amini murió tres días después a causa de la violencia policial. Su muerte desató una ola de protestas en todo Irán, comenzando en su Kurdistán natal y extendiéndose rápidamente a nivel nacional. Los manifestantes, impulsados principalmente por jóvenes y mujeres, no solo cuestionaron el uso obligatorio del velo, sino que también exigieron el fin del régimen, al ritmo de eslóganes como “Mujer, Vida, Libertad” y la canción "Barayé" de Shervin Hajipour.
A pesar de la represión despiadada que resultó en la muerte de cientos de personas y la detención o exilio de decenas de miles, el movimiento no se extinguió. Las ONG han denunciado torturas generalizadas y violaciones, mientras que el aparato de seguridad y el poder judicial intensificaron su represión.
Cultura de la Desobediencia
Las autoridades lograron sofocar gradualmente el movimiento, que carecía de liderazgo claro y estrategia definida. Aunque las manifestaciones se agotaron hacia la primavera de 2023, “algo cambió en la sociedad”, según Jonathan Piron, especialista en Irán del Instituto Etopia. “Hay una dinámica social y cultural que impregna a la población. Es cierto que el movimiento no logró derrocar al régimen como se esperaba, pero su impacto es muy real y sigue presente”, afirma el investigador.
El historiador Touraj Atabaki también destaca que el movimiento fue una revolución “anticlerical” y “cultural” que empoderó a una nueva generación y evidenció la diversidad y la solidaridad de la sociedad iraní. Este cambio cultural se manifiesta en pintadas de protesta, mensajes en redes sociales y actos de desobediencia civil, tanto en Teherán como en otras ciudades, incluyendo el Kurdistán, Ispahán, y Baluchistán. Las mujeres, desafiando grandes riesgos, han salido a la calle sin hiyab, grabándose y compartiendo los vídeos en Internet.
Una "Revolución de las Conciencias"
Dos años después de las primeras protestas, “ya no hay concentraciones callejeras, pero el espíritu de movilización persiste y se reinventa”, analiza Piron. Este movimiento ha fomentado una “revolución cultural”, un nuevo estado de ánimo que persiste a pesar de la represión. Azadeh Thiriez-Arjangi, vicepresidenta del Consejo Científico del Fonds Ricœur, lo describe como una “revolución de las conciencias”, que ha “liberado la palabra” y demostrado un “patriotismo iraní” que se opone radicalmente al régimen. “Los manifestantes decían: 'La República Islámica no es Irán, nosotros somos Irán', viendo al régimen como un invasor”, señala.
Thiriez-Arjangi también destaca que las manifestaciones han marcado “el fin de la ingenuidad para toda la diáspora”, incitándola a estar más alerta frente a la influencia del régimen iraní en el extranjero. La diáspora ha jugado un papel crucial en el movimiento, organizando movilizaciones globales sin precedentes, como lo confirma el profesor Touraj Atabaki.
Impasse Político
El movimiento "Mujer, Vida, Libertad" se considera un “punto de inflexión” en la historia moderna de Irán. “Era la primera vez que los iraníes de dentro exigían abierta y masivamente el fin de la República Islámica, incluso insultando al Guía Supremo”, recuerda Thiriez-Arjangi. Este radicalismo sin precedentes refleja un profundo descontento con el régimen.
A pesar de las promesas del nuevo presidente, considerado un “reformista”, de suavizar algunas restricciones, persisten dudas sobre si tales promesas serán aceptadas por el Guía Supremo y la Guardia Revolucionaria. Jonathan Piron señala que, aunque los jóvenes ya no confían en una transformación del sistema, el índice de abstención en las elecciones presidenciales de julio confirma esta desilusión.
El panorama político sigue siendo incierto. La falta de una estructura política alternativa al régimen y una visión clara de lo que podría reemplazarlo persisten como obstáculos para el movimiento. Como concluye el historiador Touraj Atabaki, “El Irán post-Mahsa no es el Irán pre-Mahsa”, subrayando la transformación profunda que está en curso en el país. (RFI)
0 Comentarios