El gobierno de Estados Unidos volvió a intervenir directamente en la economía argentina mediante un acuerdo de swap por 20.000 millones de dólares con el Banco Central y la compra directa de pesos en el mercado local. El anuncio fue realizado este jueves por Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, y celebrado por el presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, como un respaldo a su política económica. Sin embargo, analistas advierten que la operación refleja un nivel de subordinación que podría comprometer la autonomía económica del país.
La maniobra generó especulaciones sobre sus objetivos reales. Algunos medios internacionales sugieren que la intervención podría facilitar la salida de capitales especulativos atrapados en bonos argentinos, en un esquema que recuerda al rescate financiero de 2018 durante el gobierno de Mauricio Macri, también bajo la gestión de Caputo. Según estas interpretaciones, la operación abre una ventana de corto plazo para permitir la fuga de fondos, dejando a Argentina expuesta a nuevas tensiones financieras.
En los días previos, los inversores aguardaban señales de Estados Unidos, y tras el anuncio los bonos y acciones argentinos subieron con fuerza, mientras la tensión cambiaria se moderaba momentáneamente. No obstante, la medida no despeja dudas sobre la sostenibilidad de la estrategia ni sobre las condiciones que podrían acompañar el respaldo estadounidense.
El New York Times planteó que la operación podría beneficiar a grandes fondos de inversión, como BlackRock, Fidelity y Pimco, así como a ex colegas de Bessent en Wall Street, que poseen importantes tenencias en deuda argentina. Esto sugiere que la intervención no necesariamente persigue exclusivamente estabilizar la economía local, sino también proteger intereses financieros externos.
La intervención del Tesoro estadounidense incluyó la compra directa de pesos, una maniobra inédita que desafía la práctica habitual en política cambiaria internacional. Aunque generó celebraciones y comentarios irónicos en redes sociales, deja en evidencia la dependencia de la economía argentina respecto de decisiones externas.
Bessent señaló que el apoyo se enmarca en un respaldo estratégico al gobierno de Milei, con la condición explícita de reducir la influencia de China en el país. Sin embargo, también reconoció que la operación tiene un objetivo financiero propio: comprar pesos a bajo precio para venderlos posteriormente más caros, lo que plantea interrogantes sobre los beneficios reales para Argentina.
Aunque desde el oficialismo se mostraron eufóricos por la intervención, la medida expone que la autonomía de la política económica quedó condicionada a la agenda estadounidense, con consecuencias que podrían sentirse en los próximos meses y con un impacto incierto sobre la estabilidad financiera del país.


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