El presidente Javier Milei eligió Ushuaia, en Tierra del Fuego, para dar inicio a su recorrida electoral de cara a las legislativas del 26 de octubre. Allí participará de una caminata junto a sus candidatos locales y visitará la planta de electrodomésticos Newsan. La decisión de comenzar en el extremo sur del país no pasó desapercibida: se trata de una ciudad que en los últimos meses quedó en el centro de rumores y sospechas por la construcción de una base naval integrada, tema que generó preocupación en sectores de la oposición y del propio gobierno provincial.
Si bien la visita está enmarcada en la campaña de La Libertad Avanza, el contexto agrega un matiz incómodo. Distintos dirigentes, entre ellos el gobernador Gustavo Melella y los senadores Cristina López (Unión por la Patria) y Pablo Blanco (UCR), advirtieron sobre eventuales concesiones a Washington en el marco de negociaciones económicas. Incluso se reclamó que el ministro de Defensa, Luis Petri, y el canciller Gerardo Werthein brinden explicaciones en el Congreso.
El mandatario, que busca recuperar la épica de 2023 tras las derrotas parciales en Buenos Aires, intenta mostrar un mensaje de respaldo a sus candidatos Agustín Coto y Miguel Rodríguez. Sin embargo, la simultaneidad entre el arranque de la campaña y la polémica sobre la base militar alimenta lecturas críticas acerca de las prioridades de la gestión. Mientras el oficialismo insiste en reforzar su discurso económico y electoral, persiste la sensación de que algunos temas de soberanía nacional quedan en un terreno difuso.
En las próximas semanas Milei planea visitar entre diez y trece provincias, con un cronograma intenso que mezcla actos de campaña y funciones de gobierno. Pero en Ushuaia, su primera parada, la escena quedará atravesada por un doble mensaje: por un lado, el intento de consolidar apoyo político en el sur; por el otro, la incómoda sombra de una discusión geopolítica que aún no ofrece certezas.
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