El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, atraviesa su momento más difícil frente a la volatilidad del mercado argentino. A pesar de una nueva intervención del Tesoro norteamericano, el dólar volvió a subir este jueves y puso en evidencia las limitaciones del apoyo financiero externo para contener la presión cambiaria.
El tipo de cambio oficial avanzó por tercer día consecutivo y se ubicó en $1.441, mientras que en el Banco Nación cerró en $1.430, lo que implicó un incremento de $30 respecto de la jornada anterior. En tanto, los dólares financieros también mostraron fuertes movimientos: el MEP terminó en $1.473 y el contado con liquidación en $1.491.
El escenario, que algunos analistas describen como un “Vietnam financiero” para los funcionarios estadounidenses, refleja la tensión que atraviesa la economía argentina a pesar de los anuncios recientes. Bessent había informado el miércoles que se encontraba negociando con los principales bancos internacionales un préstamo “repo” de 20 mil millones de dólares, que se sumaría al swap por un monto similar, con el objetivo de reforzar las reservas y enviar una señal de calma a los mercados. Sin embargo, la reacción fue contraria a la esperada.
El impacto más visible del fracaso de la intervención se observó en el comportamiento de los bonos soberanos, los cuales cayeron en lugar de recuperarse, debilitando la posición del Tesoro estadounidense y complicando a inversores privados como Rob Citrone, que necesitan una mejora en esos activos para reducir pérdidas.
En paralelo, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, reconoció durante un encuentro en Washington que el Gobierno enfrenta “una situación muy extrema” por la corrida contra el peso. La inestabilidad se habría profundizado tras una polémica frase del expresidente Donald Trump, quien, según trascendió, le dijo a Javier Milei durante su visita a la Casa Blanca que “si pierde las elecciones, no habrá ayuda del Tesoro”.
En los mercados, la expectativa de una devaluación posterior a los comicios se da por descontada. Las proyecciones ubican al dólar en torno a los $1.800 hacia fin de año, reflejo de la desconfianza persistente. De hecho, en la última licitación de deuda en pesos realizada por la Secretaría de Finanzas, los inversores se inclinaron por instrumentos ajustados al tipo de cambio, buscando protegerse ante una posible nueva escalada del dólar.
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